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lunes, 14 de mayo de 2007

HEMOFILIA

lunes, 14 de mayo de 2007

Testimonio de vida

Luis Fernando Robledo, microcirujano vascular, es hemofílico. De niño creyó que viviría poco, pero hoy tiene 62 años y sigue manteniendo a raya la enfermedad.

No fue el dolor de su encía rota ni la sensación de sentirse estrellado contra el mundo lo que quedó impreso en su memoria como el primer recuerdo de su vida con hemofilia: "Fue la imagen de mamá que me levantó del suelo y me acomodó en su hombro, y ver cómo mi sangre corría por su espalda. Tenía 3 años y quizás estaba casi agonizando, pero no era consciente de eso".

Tenía 8 años cuando leyó por primera vez que la vida de un hemofílico era corta. "Decía en un libro que no pasábamos de los 15 años, y enseguida pensé: bueno, trataré de vivir siquiera hasta los 18".

No sintió angustia, no perdió el sueño. Para él siete años eran mucho tiempo y los 15 estaban bien lejos, así que siguió con su vida de niño al lado de su hermano Álvaro, ocho años mayor y hemofílico como él.

No podían hacer deporte ni participar en juegos con los otros niños, así que se dedicaron a estudiar y a leer, sobre todo historia, y fue así como concluyeron que la guerra la cruzaba de arriba a abajo.

No renunciaron a ella ni siquiera durante los dolorosos episodios de hemorragias articulares (rodillas, codos, tobillos, muñecas), que son uno de los efectos característicos de la hemofilia. Ocurren de manera espontánea o por traumas menores, como hacer una caminata relativamente larga, y son más frecuentes cuando el hemofílico pasa por periodos de estrés o tensión (buena o mala).

"Estos sangrados -dice- acaban carcomiendo los cartílagos y destruyendo las articulaciones. Era común que los hemofílicos terminaran en sillas de ruedas. Hoy las coyunturas se cambian como piezas mecánicas".

En lugar de sobreprotegerlos, sus padres les enseñaron a cuidarse y a manejar la enfermedad. La consigna era vivir la vida tan normal como fuera posible, y gracias a ello terminaron el bachillerato y después la universidad.

Álvaro y Luis Fernando se hicieron médicos, uno se inclinó por la anestesiología y el otro por la cirugía general y luego por la microcirugía vascular

Esa precisión extrema, que lo convirtió en uno de los primeros cirujanos en reimplantar manos y dedos en Colombia, la aprovecha para moldear y pintar con detalle aviones de combate y soldados con sus trajes de gala y de campaña de todas las épocas.

Eso le ha ayudado a sobrellevar la enfermedad y el estrés cotidiano, "es delicioso meterse en esto y olvidar hasta que el mundo existe".

Álvaro, quien fundó la Liga Colombiana de Hemofílicos, murió hace ocho años por una hemorragia cerebral. Su esposa Maritza y su hijo Sergio quedaron a cargo de esta organización que brinda tratamiento integral a los pacientes con deficiencias sanguíneas.

Luis Fernando, hoy con 62 años, está casado con María del Rosario Pereira y sigue operando con su pulso exacto. También es padre de dos hijos, "una hija portadora del gen de la hemofilia y un hijo libre de él", dice, consciente de que es el ejemplo palpable de que con hemofilia también es posible vivir con intensidad.

¿Qué es la hemofilia?

Es un desorden en la coagulación de la sangre, que ocurre por la ausencia o mal funcionamiento de uno de los factores que coagulan la sangre, sobre todo el VIII y el IX.

Cuando eso sucede, los sangrados, que casi siempre ocurren dentro del cuerpo, son más prolongados (no es cierto que se incremente la velocidad del mismo). Las articulaciones, los músculos y algunas vísceras son los órganos más afectados.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

esta pagina me parece muy bacana los articulos me parecen muy cheveres por que tienen la información de una forma clara y concisa, pero me gustaría que mostrarán más imágenes en los artículos.

Sandra Bello

Anónimo dijo...

este articulo es muy interesante me gusta mucho la calidad de la información, pero me gustaría que hubieran más imágenes en los artículos.

Ariel Alarcón dijo...

GRACIAS POR TU COMENTARIO TENDRE EN CUENTA TUS CRITICAS CONSTRUCTIVAS

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